“Tenemos que hablar.”

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Introducción.
Las Escrituras dicen en 1 Corintios 14:3 “En cambio el que profetiza fortalece a otros, los anima y los consuela.”
Esa es mi oración el día de hoy, que; por medio de este mensaje, Dios pueda fortalecernos, animarnos y consolarnos, porque, estoy seguro después de analizar el pasaje que nos atañe hoy que, todos necesitamos ser fortalecidos, animados y consolados.
¿Qué tienen en común la muerte y los conflictos? En que ambos, aún cuando no nos guste, son parte de la vida. No importa cuanto te esfuerces, no podrás detener que alguien muera si ya ha llegado su hora, y de la misma manera, no importa cuanto lo intentes, tarde o temprano experimentarás conflictos.
El Diccionario General de la lengua española Vox, define “conflicto” como:
“1) Oposición o desacuerdo entre personas o cosas, 2) Guerra o combate derivados de una oposición o rivalidad prolongadas y 3) Situación en que hay que tomar una decisión entre dos o más opciones o en que no se puede hacer, por alguna razón externa, lo necesario.”
Y es justamente de eso, de lo que Santiago hablará en los primeros diez versos del capítulo cuatro, y más aún; el medio hermano de Cristo, atañe a la verdadera razón de los conflictos y nos da la solución para los mismos.
Por lo tanto, “Tenemos que hablar”, justo como cuando se tiene una intervención con alguien que está luchando con una adicción, y los que le aman le dicen la verdad aún cuando duele, hoy “tenemos que hablar” hay dos verdades que necesitamos revisar.

No eres tú, soy yo.

¿Has escuchado alguna vez esa frase? ¿Quizá en alguna película? Generalmente, esta frase es usada por una pareja que está terminando una relación amorosa, y durante el rompimiento, la parte “actora” le arroja este cliché a la otra como si con ello se borrara el dolor que le está causando. Pero el día de hoy esa frase resultará muy cierta, porque cuando hablamos de conflictos de cualquier tipo, el problema nace en nosotros.
Santiago 4:1-4 nos muestra que todos los seres humanos tenemos básicamente tres tipos de conflictos: Contra los demás, contra nosotros mismos y contra Dios
Dicho sea de paso; me llama mucho la atención que el autor comience enunciando “… las disputas y las peleas entre ustedes …”, y después diga “…que combaten en su interior…” ya que cuando se trata de conflictos, de problemas o contiendas, tenemos la tendencia a echarle la culpa a todos; excepto a nosotros mismos. Es más fácil sugerir que vivimos bajo un incesable complot que reconocer nuestra culpa en medio de los conflictos
Eso no es correcto. Ni todo el mundo está en tu contra, ni eres la víctima eterna. La realidad es que, la raíz de los conflictos que tienes en la vida, conflictos con las demás personas, contigo mismo y aún con Dios, son; como dice Santiago, el resultado de malos deseos que “luchan” dentro de ti y de mí. Los cuales solo nos llevan a alejarnos de Dios.
Estos malos deseos afectan la manera en que nos relacionamos con los demás, nos llenan de celos, de coraje, de amargura y poco a poco terminan destruyendo la unidad que hay entre nosotros y la cual, dicho sea de paso, se nos ha encomendado cuidar justo como dice Efesios 4:3 “Hagan todo lo posible por mantenerse unidos en el Espíritu y enlazados mediante la paz.”
Estos malos deseos afectan la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos porque, todo aquellos que hacemos a otros, es realidad solo una proyección de lo que hay dentro de nosotros. Somos lo que damos, recuerda lo que dice Santiago 3:11–12 “¿Acaso puede brotar de un mismo manantial agua dulce y agua amarga? ¿Acaso una higuera puede dar aceitunas o una vid, higos? No, como tampoco puede uno sacar agua dulce de un manantial salado.”
Y por último y no por ello, menos importante, esos malos deseos que batallan dentro de nosotros afectan la manera en que nos relacionamos con Dios mismo. Afectan nuestra vida de oración, afectan nuestra fe, afectan nuestro animo y confianza en Dios porque en lugar de llevarnos a descansar, solo causan frustración.
Santiago 4:4 comienza usando la palabra griega “μοιχαλίδες”, que en español significa “adulteras”.
La intención del autor no es arremeter contra el lector, sino evidenciar el doloroso escenario que da lugar el hacer caso a esos deseos malignos y perversos que anidan en el corazón del hombre.
El adulterio es la consumación de la traición, es sino la más dolorosa, una de las heridas más dolorosas y graves que puede vivir un matrimonio, donde, la misma esencia del martimonio se ve vituperada, vulnerada y abatida.
Y en muchos de los casos, el adulterio convierte a los amantes en enemigos, poniendo el uno contra el otro.
Después, Santiago continua diciendo: “¿No se dan cuenta de que la amistad con el mundo los convierte en enemigos de Dios? Lo repito: si alguien quiere ser amigo del mundo, se hace enemigo de Dios.”
Pero ¿qué es ser amigo del mundo?
En la biblia, el término mundo puede referirse a la tierra y al universo físico (Hebreos 1:2; Juan 13:1) pero casi siempre se refiere al sistema humanístico que está en contradicción con Dios (Mateo 18:7, Juan 15:19, 1 Juan 4:5) Satanás es el dios de este mundo, y él tiene su propio sistema de valores contrario a Dios (2 Corintios 4:4). 1 Juan 2:16 detalla exactamente lo que el sistema de Satanás promueve: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida.
Por lo tanto ser “amigo del mundo” es ser amigo y partidario del sistema de valores corruptos del mundo y de manera inevitable es darle la espalda a Dios.
¿Cómo estás? ¿Eres amigo del mundo o amigo de Dios?

No eres tú, es el Él.

Santiago 4:5 comienza diciendo “¿Acaso piensan que las Escrituras no significan nada?…”
Y eso es, sumamente importante porque, el precursor de esos malos deseos no es la ignorancia sino el que no creemos que las Escrituras signifiquen lo que significan.
¿Cómo saber si estoy luchando con un corazón adultero que traiciona a Dios y me causa conflictos? ¿Cómo saber si ese del que están hablando “sere yo”? ¡No ignorando las Escrituras!
Por ejemplo, Santiago 1:14–15 dice: “La tentación viene de nuestros propios deseos, los cuales nos seducen y nos arrastran. De esos deseos nacen los actos pecaminosos, y el pecado, cuando se deja crecer, da a luz la muerte.”
¿Cómo estás? ¿Hay alguna area en tu vida o en tu corazón dónde en lugar de haber vida hay muerte? ¿Hay algo que esté generando conflicto entre tú y tu pareja? ¿Hay conflictos con tus hijos? ¿Hay guerra en tu interior contra Dios por algo que no ha pasado como tu quieres?
Si al final de revisar éstas y muchas otras preguntas la respuesta más común es: “Si”, entonces tenemos que hablar. Porque de la misma forma que, para poder comprender los conflictos en nuestra vida debemos comprender que nuestro corazón alejado de Dios es el origen de ellos, también debemos proclamar que ¡hay esperanza y gracia disponible para todo aquél que lo así lo deseé!
Santiago 4:5–6 Continúa diciendo “… Ellas dicen que Dios desea fervientemente que el Espíritu que puso en dentro de nosotros le sea fiel. Y Él da gracia con generosidad…”
Si bien es cierto que la raíz y origen del conflicto y caos en que puedes estar viviendo es esa serie de malos deseos en lo más profundo de tu corazón, también es cierto que la única salida y solución “No eres tú, es Él.”
En Santiago 4:7-10, el medio hermano de Jesús da siete instrucciones que son clave para poder vencer las tentaciones, el pecado y los conflictos que emanan de ellos.
Pero todo se centra en la idea que comparte en el verso 8.
“Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes. Lávense las manos, pecadores; purifiquen su corazón, porque su lealtad está dividida entre Dios y el mundo.”
¡Esto es oro!
¡Esto debería hacernos saltar de gusto y de emoción!
El Dios al que voluntariamente he traicionado está dispuesto a darme gracia, a acercarse a mí, a sanarme y levantarme con honor… Siempre y cuando yo esté dispuesto a venir delante de Él y humillarme.
¡Hay esperanza! ¡No todo está perdido!
“Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.
Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes. Lávense las manos, pecadores; purifiquen su corazón, porque su lealtad está dividida entre Dios y el mundo.
Derramen lágrimas por lo que han hecho. Que haya lamento y profundo dolor. Que haya llanto en lugar de risa y tristeza en lugar de alegría.
Humíllense delante del Señor, y él los levantará con honor.”
Pero, ahora dime… ¿Tú qué harás? ¿Seguirás viviendo en disputas, peleas, envidia, guerras, insatisfacción, adulterio espiritual o incluso físico, y desesperanza?
o ¿Estás dispuesto a rendirte y humillarte delante de Dios?
“Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes…”
Recuerda: No eres tú, soy yo; y No eres tú, es Él…
ERES AMADO.
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